Aparca tus objetivos un momento
Aparcar de vez en cuando, y durante un momento, nuestro objetivo más habitual puede llegar a ser un acto realmente productivo, ya que, si lo hacemos, tendremos la oportunidad de descubrir otras cosas que pueden ayudarnos a darle más valor todavía a la meta que queremos alcanzar, e incluso encontrar caminos mucho más valiosos.
Eso sí, solo durante un momento y sin que se convierta en un hábito continuo, porque entonces correríamos el riesgo de perder el foco de lo que realmente es importante, quedando a merced de todas y cada una de las distracciones que continuamente se pasean ante nosotros.
Hacer una pausa es dejar que la curiosidad entre en juego para ampliar nuestra perspectiva, permitiéndonos de esa forma abrir nuestra mente a cosas diferentes y que tal vez nunca hemos teniendo en cuenta, algo que nos permitirá encontrar formas distintas de hacer las cosas, e incluso conocer a personas en las que no nos habíamos fijado con anterioridad por estar anclados en un objetivo o pensamiento único.
Si por algo es importante que no se convierta en una costumbre es porque, al fin y al cabo, los objetivos que nos marcamos, profesionales y personales, son nuestra guía de vida, y, por tanto, no debemos descuidarlos salvo para añadirles más valor.
Es cierto que, siendo muy importantes, esos mismos objetivos no tienen por qué ser rígidos y suponer un freno, por eso y como decía al principio, aparcándolos de vez en cuando y por un momento, es una forma excelente de hacerlos flexibles y adaptables a cualquier situación y oportunidad.
Los objetivos dan sentido a nuestra vida. Las pausas nos regalan la posibilidad de abrir nuestra mente. Por eso mismo ambas cosas son necesarias y absolutamente compatibles.
En definitiva, una sinergia muy efectiva que reside en nosotros mismos, y que aprovechándola al máximo nos permitirá lograr todo aquello que nos propongamos alcanzar.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2021

Imagen: unsplash