El ventilador y el entusiasmo
No había manera. Aquel ventilador no funcionaba, y el calor en esa oficina cada vez era mayor. Se escucharon gritos de impotencia en el despacho. Alertado por ellos subí a ver que ocurría.
-¿Qué pasa?, pregunté.
-"Cada vez hace más calor y al maldito ventilador no hay forma de hacerle funcionar", exclamó indignado.
-¿Puedo verlo?
-"Si hombre si, contestó".
Después de echarle un vistazo, y sin mayor conocimiento de electricidad que el de saber donde se tiene que enchufar, le dije:
-¿Has probado a darle al interruptor?
Tras poner cara de circunstancia, apretó ese botón, y como por arte de magia, el aire fresquito comenzó a aliviar aquel calor infernal.
-"¿Como te has dado cuenta?", preguntó.
-Lo aprendí hace tiempo con los miembros de mi equipo.
-"Siempre de broma. ¿Qué tienen que ver los miembros de tu equipo con el interruptor del ventilador?".
-Muy sencillo. Me di cuenta de que si yo no apretaba el botón del ENTUSIASMO, este no empezaría a funcionar, y por lo tanto yo no podía esperar resultados si antes no había formado e implicado en el proyecto a mis colaboradores, igual que no puedes esperar a que el ventilador enfríe si tú no lo pones en marcha. Desde ese momento, lo que hago es regularlo, pero nunca apagarlo.
Me miró fijamente, y me dio las gracias en un tono entre sorprendido y extrañado.
Esa tarde se marcho antes de lo habitual.
Al día siguiente convocó una reunión con su equipo, y todo el mundo salió muy contento y motivado de ella. De hecho a partir aquella cita comenzaron a trabajar mejor, más a gusto y con mayor compromiso e implicación.
Yo creo que es porque el ventilador de la oficina estaba encendido, y el fresquito, y el ENTUSIASMO hacían muy agradable ese entorno. De hecho creo que le dio bastante importancia a mis palabras, porque ya nunca lo ha vuelto a apagar.
José Lorenzo Moreno López
©jlml2021

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