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El lunes no es el problema

Cada domingo por la tarde lo notas. Esa sensación que empiezas a sentir en el pecho. No es angustia total, tampoco es tristeza. Es una mezcla rara, una especie de vacío envuelto en cansancio anticipado. Sabes que es domingo, aunque no mires el calendario. Lo sabes por cómo te sientes.


Llega el lunes. Café en mano, cara de rutina, cabeza en piloto automático. Reunión a las nueve, correos sin sentido, tareas en cascada. Todo suena a repetición. Todo se parece a la semana pasada. Y a la anterior. Y a la de hace tres meses.


Si cada lunes se repite el mismo bucle, igual el lunes no es el problema.


Porque los días no pesan. Lo que pesa es lo que haces con ellos. Lo que se atasca no es el calendario, es la sensación de estar estancado. De moverse mucho y avanzar poco. De cumplir sin conectar. De producir sin propósito.


En las empresas esto es más común de lo que se reconoce. Equipos que funcionan por inercia, líderes que gestionan desde la costumbre, profesionales que saben hacer su trabajo aunque han dejado de sentir que importa. Y cuando eso se instala, no hay motivación que aguante ni estrategia que funcione.


El problema no es el lunes. El problema es trabajar como si los días no contaran.

Liderar no es solo mover tareas ni cumplir objetivos. Es recordar, una y otra vez, por qué hacemos lo que hacemos. Es revisar si lo que nos ocupa también nos importa. Es tener el valor de parar el ritmo cuando el rumbo ya no inspira.


No hace falta tirar todo abajo. No se trata de empezar de cero. Basta con hacerse cargo. Mirar de frente lo que se ha convertido en rutina vacía y preguntarse qué está esperando a ser transformado. Porque detrás del desgano, muchas veces, lo que hay es potencial no usado. Ideas que no se dicen. Inquietudes que no se canalizan. Conversaciones que no se tienen.


Un equipo que arranca todos los lunes sin ilusión es un equipo que necesita liderazgo de verdad.


No para que alguien les diga qué hacer. Sino para que alguien se atreva a reactivar el sentido. A cuestionar lo que ya no aporta. A reconectar a las personas con lo que una vez los motivó.


La energía no se recupera con frases vacías ni con cafés más cargados. Se recupera cuando algo dentro se vuelve a encender.


Y eso solo pasa cuando se lidera con conciencia. Con honestidad. Con el coraje de mirar más allá de la agenda y preguntarse si el equipo, además de funcionar, está vivo.

Porque no es el lunes. Es la forma en la que lo enfrentamos. Es el tipo de cultura que hemos construido. Es lo que hacemos con los días que tenemos. Y si el lunes pesa, entonces hay algo que merece ser cambiado el resto de la semana.


No esperes al próximo domingo para volver a sentir lo mismo. El cambio empieza cuando alguien deja de culpar al lunes y empieza a liderar con intención.


¿Y si esa persona fueras tú?


José Lorenzo Moreno López


©jlml2025


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© José Lorenzo Moreno. Prohibido copiar o reproducir ninguna publicación, o parte de ella, sin mencionar al autor.

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